Quien no comprenda cómo
funciona su mente, siempre correrá el riesgo de ser manipulado por aquellos que
si saben cómo lo hace.
¿Porqué algunas personas nos inspiran confianza y otras
no, como saber si alguien está fingiendo, porque buscamos la aceptación de los
demás?
Vivimos en un mundo eminentemente social, nadie puede vivir de manera
aislada, y la forma en que funciona nuestra mente en nuestra interacción con la
sociedad es fundamental a la hora de atraer la aceptación de los demás y de llevarnos
bien con ellos.
Tratar con la gente es probablemente
el mayor problema al que se enfrenta nuestra mente, si es una persona de
negocios, un contador, un ama de casa, un arquitecto o un ingeniero; aun en áreas
tan técnicas como la ingeniería, alrededor del quince por ciento del éxito se
debe al conocimiento técnico, y alrededor del 85 por ciento se debe a la personalidad
y la capacidad para tratar con la gente.
Cuando acudimos a una reunión donde acudirán otras personas nuestra mente empieza
a trabajar a su máximo nivel, realiza las funciones más complejas que
pudiéramos imaginar a una velocidad sorprendente, al llegar, empieza por
analizar las caras e identificar a quienes conocemos, además, evalúa los gestos
y las expresiones de quienes encuentra y trata de predecir los estados de ánimo,
los pensamientos y sentimientos de cada persona con la finalidad de adaptarse y
formar vínculos con la mayoría de ellos; de encajar en el ambiente y llevarnos
bien.
¿Cómo es capaz nuestra mente de realizar este proceso?; primero debimos
aprender a reconocer las diferencias de cada persona; distinguirlas de las demás,
esta habilidad se empezó a desarrollar desde el momento de nuestro nacimiento;
la primera cara que vemos crea en nuestra mente una red de información, y esta información
se utilizará cada vez que volvemos a ver esta cara; con cada persona que
conocemos se van creando nuevas redes de información que utilizaremos para reconocerlas
posteriormente.
Otra función, además de reconocer caras, es la de interpretarlas;
interpretar los gestos y el lenguaje corporal de las personas es una de las
funciones que más tiempo le ocupan a nuestro cerebro ya que estamos
interactuando constantemente con familia, amigos y compañeros de escuela o
trabajo, inclusive con personas a quienes no conocemos. Durante estas
interacciones, no importa cuánto se esfuerce la persona en sonreír o fingir
algún estado de ánimo, nuestra mente puede distinguirlos; pues los gestos
reales y fingidos implican el uso de músculos diferentes y nuestra mente es
capaz de analizar la información que recibe y enviarnos una señal para indicarnos
si lo que expresa la persona es real o fingido. Por ejemplo, cuando encontramos
a alguien que conocemos; normalmente sonreímos, cuando la sonrisa es fingida
solo se utilizan los músculos de la boca; cuando realmente sentimos alegría por
ver a la persona, al sonreír se activan también los músculos alrededor de los
ojos.
Con toda esta capacidad de análisis a nuestro servicio, nuestro cerebro
hace innumerables juicios sobre las personas que observa sin que nos demos
cuenta, de esta manera determina si debemos o no confiar en ellas, cuando
conocemos a alguien y esta persona se esfuerza en sonreír y fingir un estado de
ánimo que no siente, nuestro subconsciente envía una señal para indicarnos que
los gestos de esta persona no corresponden con lo que está diciendo y, por lo
tanto, no deberíamos confiar en ella.
Debemos tener cuidado al analizar a las personas y hacernos una opinión de
ellas, pues los gestos y rasgos de la cara van a influir en la percepción que tendremos
sobre la gente; generalmente los rostros delgados y asimétricos nos dan la impresión
de ser poco confiables, por el contrario, las facciones redondeadas, que se
asemejan a las de un bebé, nos afectan creando una sensación de confianza de
manera natural, pero cuidado, pues esto podría ser solo una interpretación de
nuestra mente.
Cuando observamos a otras personas, se activa en nuestro cerebro una
sección conocida como neuronas espejo para ayudarnos a entenderlas, este proceso
nos permite sentir casi lo mismo que estas personas; nuestra mente interpreta
los gestos y facciones que observa y acude a la información almacenada sobre
estados de ánimo y sentimientos y de esta manera interpreta las emociones de las
personas; entonces, tiende a identificarse con lo que las personas sienten y trata
de imitar la conducta de las personas que le agradan; esto puede ser útil para
determinar si le agradamos a una persona o no; cuando conocemos a alguien
debemos observar sus gestos y movimientos, si le caemos bien, esta persona
empezará a imitar algunos de los gestos que nosotros que hacemos, sin darse
cuenta; cuando no les agradamos difícilmente los imitarán.
Con esto podemos hacer una conjetura sobre lo que la otra persona piensa y siente
y utilizar esta información para tratar de encontrar puntos de coincidencia para
agradarles y llevarnos mejor con estas personas. Estas interpretaciones que
hacemos de la persona con quien interactuamos nos hace reaccionar de una forma
determinada ante su conducta; con tal de lograr llevarnos mejor con la gente e integrarnos
socialmente, podemos llegar incluso a modificar nuestra conducta con ellas de
acuerdo a la interpretación que hace nuestra mente.
Existen una gran cantidad de consejos sobre la forma de lograr la aceptación
de la gente y llevarse bien con ella, tales como sonreír, nunca criticar, evitar
las discusiones, escuchar más que hablar, admitir cuando nos equivocamos, pedir
en lugar de ordenar, elogiar alguna cualidad de la persona, tener una mente abierta,
pero el principal es llegar a sentir un interés real y sincero por ellos.
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