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jueves, 19 de mayo de 2016

Hábitos para el éxito-Trabajo en equipo

Trabajo en equipo
Trabajar en equipo, lograr una adecuada interdependencia, tener buenas relaciones, el todo debe ser más que la suma de sus partes, trabajar con otros con base en la confianza, en la lealtad; los buenos principios y valores, lograr una verdadera interacción e integración.
Es difícil encontrar personas influyentes que no tenga la habilidad para relacionarse con aquellos en quienes influyen. Este es el hábito más importante en las relaciones diarias con los demás. El trato con la gente es el mayor reto al que se enfrenta una persona en su vida, sobre todo cuando este trato involucra aspectos como la autoestima y la seguridad en sí misma de las personas con las que se interactúa. Podemos ganar más amigos interesándonos en ellos, que los que podríamos ganar tratando únicamente de interesarlos en nosotros. No importa si se trata de un empresario, de un empleado, un contador, una ama de casa, un arquitecto o un ingeniero todos tenemos las mismas dificultades en el trato con la gente; aún en áreas tan técnicas como la ingeniería o la arquitectura; solamente alrededor del 15 por ciento del éxito se debe al conocimiento técnico, y el 85 por ciento restante tiene que ver con la habilidad en las relaciones humanas, con la forma de atraer y tratar a las personas, a los contactos que tengamos, en resumen, a la personalidad y la capa­cidad para hacer equipo y tratar con los demás; hay un refrán que dice que una persona que no sabe sonreír no debería poner una tienda; entonces ¿es un hábito básico que debemos desarrollar?.
El interés y habilidad en el trato a los demás deben ser reales, no fingidos, tener un interés sincero en los demás no sólo nos traerá más amigos, sino que también puede crear lealtad; si se quiere convencer a una persona para que nos acompañe en el logro de una visión o en la búsqueda de un objetivo, primero debemos convencerlo de nuestro interés por él y por sus necesidades. Todos tenemos necesidad de algo, reconocimiento, compañerismo, comprensión, apoyo, el deseo de sentirnos valiosos. ¡La gente quiere sentirse importante!, quién influye a otros solo para conseguir su beneficio personal, los está manipulando; quien los influye y los ayuda para lograr un beneficio mutuo, los está motivando, está creando un equipo y se convierte en un líder sin límites.
Es motivante encontrar personas en los que la gente confía y a quienes siguen, pero es más motivante aún colaborar con este tipo de personas; que se interesan en la gente, la desarrollan y confían en ella; el resultado en esta situación es de confianza y lealtad.
De manera natural las personas se inclinan a relacionarse unas con otras de acuerdo a la afinidad en su personalidad y temperamento, pero esto no determina su habilidad para relacionarse. Hasta la persona más introvertida puede, y debe aprender a desarrollar buenas relaciones.
Consejos para mejorar el trato con la gente y formar mejores equipos.
Sonreír, las acciones dicen más que las palabras, una sonrisa significa me gustas, me causas felicidad, me alegro de verte, me caes bien, pensemos en el mejor amigo del hombre, porque se ha ganado esta fama, porque cuando nos ven brincan como locos, se alegran de vernos, nos demuestran que son felices de vernos.
La gente que sonríe, trabaja, enseña y vende con más eficacia, y ayuda a crear ambientes más agradables. Es preferible emplear a un vendedor sin experiencia que tenga una agradable sonrisa, que a un doctor en filosofía con cara de pocos amigos.
Empatía, siempre hay una razón por la que las personas actúan como lo hacen; tratemos de ponernos en su lugar; "¿qué pensaríamos; cuál sería nuestra reacción?, ¿por qué no cerramos los ojos y tratamos de ver las cosas desde su punto de vista?, esto no es sencillo y nos puede llevar tiempo acostumbrarnos, pero nos ayudará a obtener mejores resultados en nuestro trato con la gente y con menos fricciones. Uno de los secretos del éxito, es la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde su punto de vista como si fuera el propio.
¿No les gustaría tener una frase mágica para detener las discusiones, eliminar malos entendidos, crear buena voluntad y hacer que nos escuchen atentamente?; entonces, cuando haya una situación de conflicto, comencemos diciendo, ¡no lo culpo por sentir y reaccionar como lo hizo, si yo estuviera en su lugar, lo habría hecho de la misma manera!
Escuchar, en una conversación sobre el tema que sea, es muy importante poner atención exclusiva a la persona que habla, como si no existiera nadie más en el mundo; la persona con quien hablamos está cien veces más interesada en ella misma, en sus necesidades y sus problemas que en nosotros; hay que animarlos a que hablen de sí mismos y cuando sea nuestro turno hay que hablar de lo que les interesa a ellos y cómo conseguirlo. Si alguien se interesa en ayudarnos a resolver nuestros problemas no tendrá que esforzarse mucho por convencernos para avanzar en una dirección, lo haremos nosotros mismos.
Dejemos que hable la otra persona, ella sabe más que nosotros sobre sus problemas y necesidades, hagamos preguntas, dejemos que nos explique; no la interrumpamos, pues no nos prestará atención mientras tenga todavía ideas que quiera expresar, escuchemos con paciencia. Hasta nuestros amigos prefieren hablar de sus asuntos antes que escucharnos hablar de los nuestros, entonces, permitamos que la otra persona sea quien hable más.
Motivar, todo el mundo tenemos necesidades y hay una muy importante, el deseo de ser grande; de ser importante, de ser apreciado; hay que satisfacer sinceramente este deseo de importancia en los demás tratando de que la otra persona se sienta importante, no importa de la situación que se trate, hay que hacerles sentir que reconocemos su importancia; el uso de elogios en lugar de críticas es básico para motivar, en sicología se llama reforzamiento de una conducta, utilizando el elogio sincero, se reforzará lo bueno que hace la gente. No es fácil, cuando estamos acostumbrados a ver solamente las cosas negativas; en ocasiones es difícil encontrar algo que elogiar, si conseguimos encontrarlo, vamos a aprovecharlo, a todos nos agrada ser elogiados, pero solo cuando el elogio es sincero y no algo que la otra persona puede estar diciendo sólo para hacemos sentir bien.
Todos anhelamos aprecio y reconocimiento, pero nadie quiere mentiras ni adulación fingida; no se trata de cambiar a la gente, se trata de motivar, de inspirar a aquellos con quienes entramos en contacto para que descubran las capacidades que poseen.
No criticar, la crítica pone a las personas a la defensiva, y hace que traten de justificarse y de criticarnos también; lastima el orgullo personal, hiere el sentido de importancia y despierta resentimientos; en lugar de criticar, tratemos de comprender por qué actúan de determinada forma, es más provechoso; cualquiera puede criticar y quejarse, la mayoría lo hacemos; pero se necesita carácter y dominio de sí mismo para controlarse, entender y no criticar. Cuando alguien comete un error se siente tan mal que hacérselo notar no traerá ningún beneficio, y menos si lo hacemos frente a otros, esto tendrá siempre un efecto negativo, aun así, si fuera necesario llamar la atención a alguien, es siempre conveniente hacerlo a solas, sin testigos.
Cuando se cometen errores, es una buena oportunidad para plantearlo de manera diferente a como normalmente lo hacemos, agradecer al grupo por su trabajo y su esfuerzo, comentar que no es raro que alguien cometa un error, que confiamos en que no se volverá a presentar, y asegurar delante de todos, que tenemos fe en ellos, y que sabemos que ponen lo mejor de sí.
El lenguaje corporal también es muy importante, se puede decir a otra persona que se equivocó con una mirada, una entonación o un gesto, y si le decimos que se equivoca, ¿creen que podremos convencerlo de que esté de nuestra parte?
En una discusión, sólo hay un modo de sacar la mejor parte y es evitarla, no se puede ganar en una discusión, porque si se pierde, ya está perdida; y si se gana, se pierde también porque se destruyen los argumentos de la otra persona, le hacemos sentirse inferior, lastimamos su orgullo y una persona convencida contra su voluntad, internamente sigue teniendo la misma opinión.
Cuando hablemos con alguien y tratemos de convencerlo de algo, empecemos destacando, y sigamos destacando, las cosas en las que estamos de acuerdo; sigamos reforzando, que tenemos el mismo fin y que la única diferencia es de forma y no de fondo. A nadie le gusta sentir que lo obligan a hacer algo, nos gusta que se tome en cuenta nuestros deseos, necesidades, ideas; que nos tengan bien comunicados
Reconocer cuando nos equivocamos, es mejor decir nosotros mismos todas las cosas negativas que sabemos están pensando o quieren decir otras personas, y decirlas a la primera oportunidad; “Señor, si lo que dice usted es cierto, la culpa es mía y no hay excusas, estoy muy apenado por lo que ocurre”; esto evita la actitud defensiva, y frecuentemente ayuda a resolver los problemas; cualquiera trata de justificar sus errores, casi todos lo hacemos, pero quien los admite da un gran paso en la solución de los mismos. Si estamos equivocados, hay que admitirlo.
No se trata sobre cómo evitar la confrontación, se trata de hacernos reflexionar en que si, en toda confrontación, nos concentramos en buscar los hechos y encontrar soluciones, en lugar de buscar culpables, y lo hacemos de la forma adecuada, todos saldremos beneficiados.

Existen muchas otras habilidades para lograr una buena relación con las personas, pero si alguien tiene un auténtico interés por la gente, la desarrolla y confía en ella, no tendrá ningún problema en ganarse su respeto, su confianza y lealtad.


¡Libera tu potencial!

jueves, 14 de noviembre de 2013

Hábitos para un Liderazgo Efectivo-I Iniciativa



¡Iniciativa!

Todos hemos escuchado, o leído numerosas historias de personas que pasaron una infancia difícil; que iniciaron su vida profesional ganando un salario de miseria y sin embargo con el paso de los años lograron un éxito tan grande que llegaron a fundar grandes empresas prácticamente de la nada, o que incluso llegaron a ser presidentes de una nación; ¿Qué características desarrollaron estas personas para alcanzar los logros que tuvieron?

La mayoría de nosotros tenemos los mismos sueños que ellos tenían, los mismos deseos de superación, ¿Qué los hace diferentes a nosotros?; son muchas las características que presentan cada uno de ellos, pero un rasgo común es que eran personas proactivas, tenían una gran iniciativa.

Cuando vemos que suceden cosas buenas en las vidas de otras personas, nos preguntamos ¿Cómo lo han hecho?, quisiéramos saber su técnica, nos sentimos admirados de las familias y las empresas basadas en principios sólidos, de su fuerza y madurez, de la unidad entre sus integrantes, o de su cultura y valores que se adaptan tan bien al cambio, y que siempre logran resultados por encima de lo esperado.


Ante una situación difícil la mayoría nos quejamos y después nos resignamos y buscamos la forma de adaptarnos a la nueva situación, pero ellos no,  siempre deciden hacer algo, no aceptan las situaciones negativas que se presentan en su vida, trabajan para crear las situaciones que desean. Si quieren una vida saludable, hacen ejercicio y se alimentan adecuadamente, si desean progresar en su trabajo, se preparan desarrollando las habilidades que les permitirán ser más productivos y eficientes; si desean ser mejores, trabajan en fortalecer su carácter y fuerza de voluntad; en general nunca están quietos, siempre están buscando la forma de lograr lo que desean.


El mundo actual es mucho más complejo que en el siglo anterior, hace apenas poco más de una década estábamos ante el surgimiento de las empresas punto com. La tecnología y la comunicación hacen el mundo más estresante y exigente; vivimos en la época de la globalización, la información y el conocimiento y casi todo lo que hacemos, ya sea bueno o malo, queda registrado en algún lugar, no hay forma de esconderse en un mundo tan interactivo y tan interconectado como el actual.
En nuestra vida personal y profesional, enfrentamos problemas y retos distintos a los que estábamos acostumbrados. En una sociedad donde todo mundo quiere ser líder y alcanzar el éxito, ¿Cómo hacemos para sobresalir, para ser mejores personas, para conseguir lo que nos proponemos, para tener un mejor futuro para nosotros, para nuestra familia, y para las personas con quiénes convivimos?

Actualmente se considera al éxito y al liderazgo más como una característica de la personalidad y de la imagen pública, y esto influye en que una persona trabaje casi exclusivamente en dos campos; en el desarrollo de habilidades y técnicas de relaciones públicas que hacen funcionar los procesos de la in­teracción humana y en la actitud mental positiva expresada en una gran cantidad de frases motivadoras. Pero el concentrarnos en esto no es garantía de que obtendremos lo que deseamos, pues podemos encontrar una gran cantidad de personas que alcanzan una posición de liderazgo y tienen gran éxito material pero no encuentran la felicidad; y la razón es que hemos dejado a un lado el desarrollo de las características que nos garantizan una mejora continua y nos permitan alcanzar el verdadero éxito y la felicidad.
La idea actual de éxito y liderazgo consiste en conseguir beneficios en la vida de una forma rá­pida y sencilla, “Hágase millonario sin preocupaciones”, y de esta forma, sin esforzarnos, sin inversión de ninguna clase, sin modificar nuestra conducta, queremos obtener todo lo que deseamos sin pasar antes por un proceso de trabajo y de­sarrollo de las habilidades necesarias; este esquema de “Conviértase en líder en una semana”, promete beneficios sin demasiado esfuerzo; y por lo general, este tipo de procesos no logran la verdadera felicidad ni los resultados esperados.
En las empresas con frecuencia sucede lo mismo, las áreas responsables del Recurso Humano se enfocan en desarrollar solo las habilidades que puedan ser de beneficio para la empresa, sin preocuparse por el aspecto interior de las personas, sin fortalecer el carácter de las mismas, y cuando los resultados son ausentismo, alta rotación, falta de lealtad, falta de compromiso y mal clima laboral, vuelven a buscar otros métodos que solucionen los problemas, pero ignorando los principios naturales en los que se basa una cultura de confianza.
Hace tiempo acostumbraba comer en un restaurante que normalmente estaba lleno de clientes, después lo vendieron, y al nuevo propietario le interesaron más las utilidades así que decidió servir porciones más pequeñas. Durante poco tiempo, con costos más bajos, las ganancias crecieron; pero los clientes empezaron a desaparecer; y el negocio comenzó a tener problemas, el propietario trató de revertir la situación, pero fue demasiado tarde, desapareció la confianza y los clientes no regresaron, hasta que finalmente cerró. El dueño se enfocó solo en los beneficios y se olvidó de conservar la fuente de tales beneficios, los clientes.

En nuestra vida personal podemos encontrarnos en la misma situación, podemos estar enfocando nuestros esfuerzos solamente en los beneficios y descuidar la fuente de los mismos, esa fuente es nuestra propia persona; podemos estar olvidando fortalecer aquello que nos da la capacidad para producir tales beneficios de manera permanente, se trata de nuestro carácter y nuestra personalidad.
El proceso para lograr el liderazgo y la efectividad personal debe centrarse en fortalecer el carácter de la persona; ese es el enfoque que debemos aplicar si queremos desarrollar las habilidades para lograr un liderazgo efectivo y continuo, trabajar primero nuestros aspectos internos para estar en condiciones de modificar las situaciones externas. Esto es algo que no cambia con los avances tecnológicos y que seguirá vigente no importa la época, es lo que distingue a las personas que logran sus propósitos de aquellos que solo la van pasando.
Uno de los aspectos fundamentales a fortalecer cuando hablamos del carácter es el hábito de la iniciativa. A la iniciativa se le conoce también como drive, empuje, o proactividad, y significa no aceptar las cosas como vienen, es actuar para que suceda lo que deseamos que suceda en cualquier situación de nuestra vida, es aceptar que nosotros somos los responsables directos de la situación actual en que nos encontramos y empujar a que las cosas se realicen lo más cercano a lo que deseamos utilizando al 100% nuestras habilidades, o desarrollando las que necesitamos; es no dejarle a otros las decisiones sobre nuestra vida, y que lo que somos sea el resultado de cada una de nuestras decisiones y no las de ellos.
¿Cómo se llega a desarrollar el hábito de la iniciativa?, muchas veces se debe a la necesidad; cuando tienes hambre, no te queda más remedio que hacer algo para ganarte la vida, otras veces se produce un cambio de pensamiento cuando una enfermedad o accidente amenazan tu vida, o cuando te conviertes en esposo o esposa, en padre o abuelo; estas son situaciones que te cambian completamente el enfoque con el que ves las cosas y que te motivan a iniciar un cambio interno; otras veces simplemente porque deseamos ser mejores personas.
¿Somos personas con iniciativa, estamos constantemente buscando oportunidades, o esperamos a que lleguen a nosotros?, ¿iniciamos algo de inmediato, o nos intimida abandonar nuestra zona de confort y lo analizamos durante meses y meses?; recordemos que incluso una decisión correcta no tiene ningún beneficio si se toma demasiado tarde, “sabía que era la decisión correcta, pero no la tomé a tiempo”

¿Qué cualidades tiene una persona con iniciativa?
Tienen objetivos, saben lo que quieren y una vez que se deciden no se detienen hasta lograr lo que desean.

Actúan, se esfuerzan en lograr sus objetivos, no esperan a que alguien los motive, saben que es su responsabilidad salir de su zona de confort y hacen las cosas que tienen que hacer cuando deben hacerse, no esperan a que se presente la oportunidad, ellos la crean.

Se arriesgan, están siempre dispuestos a correr riesgos porque saben que no hacer nada implica un costo mayor.  Además, si no toman el balón, no pueden dirigir al equipo.

Aceptan equivocarse, cuando las cosas no salen como esperaban no se detienen a lamentarse, aprovechan el aprendizaje obtenido y vuelven a intentarlo hasta que lo consiguen.

Terminan lo que inician, esta es una de las cualidades fundamentales de una persona responsable, es muy valioso contar con personas que tomen su responsabilidad y terminen hasta el último detalle lo que han iniciado.

Siempre están aprendiendo, trabajan constantemente en el desarrollo de sus habilidades a través del aprendizaje formal, de la lectura o mediante algún asesor/coach.

No se conforman, cuando logran sus metas, se ponen nuevos retos; algunos líderes, al alcanzar una meta como titularse, lograr el puesto deseado, recibir un reconocimiento o alcanzar la independencia financiera, piensan que ya es suficiente y no se esfuerzan más, cuando sucede esto, dejan de crecer.

Tanto en el ámbito personal, como en el profesional, si queremos desarrollarnos y ser mejores; debemos trabajar en fortalecer nuestro carácter, nuestra parte interna, ir construyendo los hábitos necesarios para convertirnos en las personas que debemos ser; la iniciativa es uno de ellos.


¡Libera tu potencial; trabaja en tu mente!