viernes, 11 de octubre de 2013

Manual para lograr el éxito-XII Pide y Recibirás


Pide y Recibirás

La reflexión de una persona en los últimos años de su vida:
Le pedí a la vida un centavo, y eso fue lo que me dio, porque la vida es buena, y siempre te da lo que le pides. Trabajé por un salario de miseria, y ahora, al final de mis años, descubro que cualquier precio que le hubiera pedido, la vida me lo hubiera pagado de buen grado (adaptado de un poema anónimo).

¡Ten más cuidado con tus pensamientos y deseos, porque estos se convertirán en realidad!

Pide y recibirás. Existe una gran esperanza en estas palabras, pues implican la posibilidad de recibir lo que solicitamos; ¿será esto verdad, que con solo pedir recibiremos?; si hacemos caso a nuestra experiencia puede ser que no confiemos mucho en ellas, pues no podemos olvidar las numerosas ocasiones en que, a pesar de poner nuestro mejor esfuerzo, no hemos recibido nada de lo que esperábamos; otras veces inclusive, recibimos cosas y situaciones que aparentemente nunca pedimos, y que de pronto ahí están, salen de la nada; nos llegan deudas, problemas, enfermedades, desilusiones; y sin embargo, todo lo que llegamos a recibir es porque de alguna forma lo hemos pedido; durante nuestra vida estamos pidiendo en todo momento, aunque no lo notemos, lo hacemos a través de nuestros pensamientos, actitudes, y palabras; el mismo hecho de no pedir, por cualquier razón válida o no, es en sí mismo una petición, una petición de que no confiamos en recibir algo y por eso no lo pedimos. Actualmente se habla mucho de la ley de la atracción, del poder creador que tienen los pensamientos en nuestra vida. La mente es una herramienta muy poderosa para obtener lo que deseamos, ya sea de manera consciente o subconsciente, así ha funcionado siempre. Tal vez lo único que necesitamos, para obtener lo que deseamos, es dominar nuestros pensamientos y, a través de la concentración, tratar de mantenerlos fijos en nuestra mente.

Cada uno de nosotros somos los únicos responsables de lo que recibimos en la vida; ¿que podríamos pensar que le está pidiendo a la vida una persona que toma, fuma, se desvela, no hace ejercicio, no se alimenta de manera adecuada, tiene una actitud negativa ante la vida, siempre se está quejando de todo, no se lleva bien con las personas, no se preocupa por su desarrollo personal y no tiene cuidado al realizar su trabajo?; esta persona, aun sin hacerlo de manera voluntaria y consciente, está casi exigiéndole a la vida tener solo problemas, y al final eso es exactamente lo que recibe, con el tiempo es casi seguro que pueda perder su trabajo, llenarse de deudas, sufrir el rechazo y abandono de quienes le rodean y tener serios problemas de salud.

Vamos a hacernos sinceramente algunas preguntas; ¿estamos conformes con lo que hemos recibido de la vida hasta ahora?, ¿queremos lograr un cambio positivo en nuestra vida?, ¿queremos un mejor futuro para nuestra familia?, ¿deseamos tener mayor éxito personal y profesional?

Y la pregunta más importante, ¿le estamos pidiendo a la vida todo esto de la manera correcta para que nos sea concedido?

Si no hemos recibido lo que deseamos, quizá es el momento para empezar a pedir de la manera correcta. Reconociendo que todo lo que recibimos, por bueno o malo que parezca, nosotros somos los únicos responsables.

Pero; ¿qué significa pedir y porqué la mayoría de las ocasiones nos cuesta trabajo hacerlo?, ¿cuál es la manera correcta de pedir para recibir algo?

La necesidad de pedir aparece cuando deseamos algo que nos falta y que por nuestros propios esfuerzos sería difícil de lograr; un buen trabajo, un mejor sueldo, buena salud, un mejor lugar para vivir; la atención de nuestra pareja, la comprensión y apoyo de nuestra familia, un mejor futuro y seguridad para nuestros hijos, etc., es entonces cuando pensamos en pedir.

Muchas veces no pedimos por orgullo, porque nos haría sentir débiles ante los demás; ¿pedir yo?, ni pensarlo, no necesito ayuda, el que pide ayuda es débil o no puede, no quiero deberle favores a nadie.

Otras veces no pedimos por miedo al rechazo; ¿y qué hago si me dicen que no?, no quiero dar molestias, seguro me van a decir que no.

En ocasiones por una baja autoestima; no creo merecerlo, mejor que quedo como estoy, no vale la pena intentarlo, me da vergüenza pedir, no tengo los méritos suficientes; sería demasiado para mí.

Reflexionemos un poco; somos seres humanos; no podemos con todo; tenemos limitaciones; somos capaces de hacer algunas cosas y otras no. Vivimos en un mundo de interdependencia, donde todos dependemos de todos, donde los resultados logrados se consiguen mediante una combinación de esfuerzos propios y esfuerzos de los demás.

¿Qué pasa si no pedimos?; pues que perdemos oportunidades y no obtenemos lo que deseamos; solo conseguimos lo que podemos hasta el límite de nuestras capacidades; además, la gente nos percibe como soberbios y arrogantes, en el trabajo vivimos sobrecargados de actividades, no tenemos con quién compartir ideas, no logramos conseguir los recursos necesarios ni abrir caminos hacia el éxito personal ni profesional; no construimos relaciones que puedan ayudarnos; y el resultado final es que difícilmente lograremos lo que deseamos

El principal problema es que la mayoría de las veces pedimos de manera incorrecta y cuando no recibimos lo que esperamos nos sentimos defraudados; veamos algunos ejemplos:

Si decimos algo como, “que calor hace”, pensamos que la persona a quien se lo decimos tiene que interpretar que lo que queremos decir es, “enciende el ventilador o enciende el aire acondicionado”; no somos específicos al expresar lo que deseamos y al final el resultado es que no recibimos lo que esperamos

En ocasiones no pedimos; ordenamos y exigimos y esto trae como consecuencia un rechazo casi inmediato a nuestra petición, ¿resultado?, no obtenemos lo que queremos.

La mayoría de las veces pedimos sin haber creado las condiciones necesarias para que nuestra petición sea escuchada y aceptada, es decir que queremos recibir sin dar nada a cambio, con un mínimo de esfuerzo.

¿Cómo pedir correctamente?

Primero hay que crear las condiciones necesarias para que nuestra petición sea escuchada y aceptada; tener bien claro que vamos a dar a cambio a la persona que aceptará nuestra petición, cual es la ventaja para ella, porque le interesaría darnos lo que solicitamos.

Si solicitamos un aumento de sueldo, o un mejor puesto en el trabajo, la mejor forma de crear estas condiciones sería llegando siempre a tiempo, haciendo un trabajo perfecto, aportando nuevas ideas para mejorar los procesos, manteniendo una actitud positiva, apoyando a otros a resolver sus problemas de trabajo, observando lo que necesitan los demás, especialmente tu jefe; el hacer esto no garantiza que recibirás lo que pides, pero si garantiza que no habrá ningún pretexto relacionado con tu actitud y trabajo para negarlo.

En la familia, cuando pedimos algo a nuestros padres o hermanos, como un permiso para una fiesta, que nos presten el auto, o que confíen más en nosotros, la mejor forma de crear las condiciones adecuadas es haciendo lo que nos piden, estudiar, mantener nuestra habitación en orden, no llegar tarde, practicar algún deporte, no tomar, no fumar, manejar con cuidado, pero normalmente hacemos lo contrario y luego nos molestamos porque no obtenemos lo que pedimos.

Pedir de buena manera, sin exigir ni ordenar, cuando conocimos a nuestra pareja y decidimos pedirle que se casara con nosotros, primero tuvimos que conocerla, saber sus gustos, tratar de agradarle, mostrar lo mejor de nosotros, nos tomó tiempo, atenciones, conversaciones, regalos, presentarnos como el mejor candidato; inclusive llegamos a cambiar nuestra forma de comportarnos con tal de agradarle y lograr su aceptación; hay que poner una dedicación parecida cuando vamos a pedir algo.

Sentir que merecemos recibir lo que pedimos, sin esta convicción no vamos a tener la fuerza para pedirlo con claridad y seguridad, creer de corazón que merecemos lo que pedimos y confiar en que lo podemos recibir, y para que esto suceda es necesario crear antes las condiciones necesarias para recibir lo que pedimos; de esta manera la confianza en que recibiremos lo que deseamos tiene como respaldo las acciones realizadas anteriormente a través de nuestras actitudes, pensamientos y palabras.

Aceptar negativas, entender que aun cumpliendo con todo lo anterior puede haber una negativa y que esto no significa que no merecemos lo que pedimos, ni que debamos sentirnos desanimados por ello. Pedir implica que existe la posibilidad de un no y aun entonces se tiene la oportunidad de entrar en una negociación.


En resumen, para poder recibir, antes, hay que dar




¡Vamos a pedirle a la vida, de manera correcta, que nos conceda lo que deseamos, vamos creando las condiciones necesarias para recibirlo a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones!

viernes, 4 de octubre de 2013

Manual para lograr el éxito-XI Integridad y Valores


Integridad y Valores

¡Ten cuidado con tus pensamientos, tus palabras y tus acciones, alguien en tu familia, escuela, trabajo o entre tus amigos podría estarte tomando como ejemplo!

¿Estoy conforme con lo que he obtenido de la vida hasta ahora?, ¿tengo lo necesario para lograr mis metas y alcanzar mis sueños, soy del tipo de persona que atrae a la gente, que se fija metas y hace que las cosas ocurran? Si me tomo el tiempo para analizar detenidamente mi conducta, ¿encuentro que poseo las cualidades que necesito?, ¿quiero lograr un cambio positivo en mi forma de ser y no encuentro la forma de conseguirlo?, ¿quiero un mejor futuro para mi familia?; estas son algunas de las preguntas que tenemos que hacernos constantemente y responderlas sinceramente si es que queremos desarrollar de manera sostenida nuestro potencial. Para lograr la fortaleza de carácter y la personalidad necesaria para dar respuesta afirmativa a todas estas preguntas y lograr el éxito se requiere tiempo, esto es algo que se debe trabajar en nuestras actividades diarias, en la familia, la escuela, el trabajo, o con los amigos. Una buena forma de iniciar es revisando cómo anda nuestra escala de valores y nuestra integridad.

No es fácil, en esta época, ser comprometidos y congruentes en nuestros pensamientos, palabras y conducta con nuestros valores. Vivimos una época en la que los medios de comunicación nos influyen fuertemente y por lo general solo pensamos en nosotros mismos y en nuestro beneficio, y esto hace que los valores morales se vayan deteriorando, o vayan desapareciendo poco a poco.

Los valores son ideales y creencias sobre lo que es bueno y determinan nuestra manera de ser al influir en nuestras ideas, nuestras emociones y nuestra conducta.

Cada uno de nosotros le damos más importancia a unos valores que a otros, y de esta forma construimos nuestra escala personal de valores; estos forman parten de nuestra personalidad, influyen en nuestras decisiones y fortalecen nuestro sentido del deber, consideramos y sentimos que hacemos algo incorrecto cuando actuamos en contra de ellos.

Aprendemos los valores desde la infancia, principalmente en la familia y la escuela, y cada uno de nosotros les asignamos un significado propio de acuerdo a nuestra experiencia. La importancia que les damos se va modificando con los años, dependiendo de nuestras necesidades e intereses y esto transforma nuestra escala personal de valores.

Hace poco leí en una revista de negocios que la mayoría de las Universidades en México, a partir de los años 80’s, dejaron de incluir materias de tipo humanista, especialmente aquellas que refuerzan los valores individuales como la lealtad, la ética y la tolerancia y se enfocaron en transmitir los conocimientos necesarios para cumplir labores técnicas en el trabajo, y habilidades en el manejo de tecnologías de la información, y esto se ve reflejado tanto en la sociedad como en el mercado laboral con una pérdida progresiva de valores; además, si a esto, agregamos la cantidad de videojuegos, programas de televisión y películas que se exhiben, en donde se resalta que el robo, la violencia, el engaño, la homosexualidad, el fraude, la prostitución, la búsqueda de dinero a cualquier precio, la irresponsabilidad, y la falta de lealtad son aspectos “normales” de la vida actual y en algunos casos, inclusive dignos de admiración; imaginen la situación a la que nos enfrentamos. En las empresas esto se traduce en una menor lealtad, robo hormiga, altos índices de rotación, fraudes, ausentismo, robo de información y de clientes; en la sociedad se ve reflejado también en el incremento en los índices de accidentes y criminalidad, en la búsqueda del beneficio personal sin tomar en cuenta los intereses de los demás; tenemos otros ejemplos, como la búsqueda de mayores utilidades en las empresas a costa los bajos sueldos de sus empleados, o de perjudicar a las empresas de su competencia, o incluso crear adicciones entre sus clientes, usuarios o consumidores.

Si solo nos enfocamos en desarrollar habilidades como la disciplina, el logro de resultados y un alto desempeño, tendremos algunas ventajas sobre la mayoría, estos son aspectos útiles, pero para lograr el verdadero desarrollo y un crecimiento personal sostenido, nos debemos enfocar en los aspectos que, con base en buenos valores, refuercen nuestro carácter, que lleguen a formar parte de nuestra personalidad.

Cuando se hacen encuestas a los hombres de negocios, líderes políticos o religiosos, y se les pregunta qué cualidad creen que es la más importante para su éxito como líderes, la mayoría de las respuestas son: integridad y valores.

Las personas con buenos valores e integridad no dicen una cosa y hacen otra totalmente diferente, pues eso sería fingir, sería hipocresía; y aún si usáramos las mejores técnicas y procedimientos de influencia para lograr que otras personas hagan lo que queremos, que trabajen mejor, que se sientan motivadas, que tengan aprecio por nosotros y que formen un buen equipo y se caigan bien entre ellos, mientras nuestro carácter sea influenciado por la hipocresía y la falta de valores, entonces, a largo plazo no podremos conseguir el éxito. Nuestros actos, contrarios a nuestras palabras, originarán desconfianza, y todo lo que hagamos, aun usando las llamadas técnicas de liderazgo e influencia, sonará falso, será visto como una simple manipulación.

Las personas íntegras viven sus valores y lo que piensan, siempre podemos confiar en ellas y nos sirven de ejemplo a la mayoría de nosotros ya que actúan de manera coherente con sus valores personales, los cuales generalmente son compartidos por su comunidad, tratan de hacer siempre lo correcto; esto no quiere decir que no busquen beneficiarse de lo que hacen, pero en sus actos siempre evitan afectar los intereses de otras personas. En algún momento de su vida decidieron que su actitud y su forma de ser era lo más importante y, en línea con sus valores, actúan de manera congruente con su forma de pensar y de expresarse en su familia, escuela o trabajo, nunca piden más de lo que ellos mismos están dispuestos a dar y son una motivación constante para el desarrollo personal de quienes los rodean

Si pudiéramos elegir nuestra forma de pensar, de hablar y comportarnos, ¿cómo nos gustaría ser?

Hagamos una pequeña lista con las cualidades personales que nos gustaría poseer, solo actitudes y no aspectos físicos; estoy casi seguro que entre ellas estarían algunas como, la independencia, el respeto, la libertad, la honradez, la justicia, la lealtad, la tolerancia, la puntualidad, la salud, el trabajo, el ejercicio, la previsión, el aprendizaje, la confiabilidad, la disciplina, la fuerza de voluntad, la verdad, la actitud positiva, la fidelidad, la bondad, autodominio, fortaleza, la generosidad, la gratitud, la paciencia, la responsabilidad, etc. Una vez terminada, esta sería nuestra lista de valores, aquello que sabemos que es bueno y que nos gustaría poseer.

Deberíamos tener esta lista siempre a la vista, revisarla constantemente para ver si nuestra escala de valores ha cambiado, si estamos siendo congruentes con los mismos.

En caso de que quisiéramos adquirir algún valor nuevo o reforzar los que ya tenemos, siempre podemos utilizar el método de visualización mental, que vimos en las publicaciones anteriores, grabar cada uno de ellos en nuestra mente, y hacer todo lo posible por ser fiel a estos valores, esto se expresará diariamente a través de nuestros pensamientos de nuestras palabras y nuestros actos.

Siempre es mejor dar mayor peso a los valores que ayuda a fortalecer nuestro carácter y personalidad y no confundir valores con habilidades; los primeros afectan directamente la forma en que nos comportamos y las habilidades nos proporcionan ventajas técnicas.

Entre los valores que afectan nuestra personalidad están, el interés por los demás, la fuerza de voluntad, la disciplina, el compromiso, el respeto, la independencia, la libertad, la honradez, la justicia, la lealtad, la fidelidad, la tolerancia, la verdad, etc.

Entre las habilidades que nos proporcionan ventajas sobre la mayoría de la gente tenemos a la lectura rápida, la memorización, la visualización, los métodos de comunicación efectiva, la concentración, etc.

¡Vamos a adoptar buenos valores, y a ser congruentes con ellos en nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos!



Me imagino como sería yo, si tengo buenos valores y además pienso, hablo y actúo con base en ellos.