Integridad y Valores
¡Ten cuidado con tus pensamientos,
tus palabras y tus acciones, alguien en tu familia, escuela, trabajo o entre
tus amigos podría estarte tomando como ejemplo!
¿Estoy
conforme con lo que he obtenido de la vida hasta ahora?, ¿tengo lo necesario
para lograr mis metas y alcanzar mis sueños, soy del tipo de persona que atrae
a la gente, que se fija metas y hace que las cosas ocurran? Si me tomo el
tiempo para analizar detenidamente mi conducta, ¿encuentro que poseo las
cualidades que necesito?, ¿quiero lograr un cambio positivo en mi forma de ser
y no encuentro la forma de conseguirlo?, ¿quiero un mejor futuro para mi
familia?; estas son algunas de las preguntas que tenemos que hacernos
constantemente y responderlas sinceramente si es que queremos desarrollar de
manera sostenida nuestro potencial. Para lograr la fortaleza de carácter y la
personalidad necesaria para dar respuesta afirmativa a todas estas preguntas y
lograr el éxito se requiere tiempo, esto es algo que se debe trabajar en
nuestras actividades diarias, en la familia, la escuela, el trabajo, o con los
amigos. Una buena forma de iniciar es revisando cómo anda nuestra escala de
valores y nuestra integridad.
No es
fácil, en esta época, ser comprometidos y congruentes en nuestros pensamientos,
palabras y conducta con nuestros valores. Vivimos una época en la que los
medios de comunicación nos influyen fuertemente y por lo general solo pensamos
en nosotros mismos y en nuestro beneficio, y esto hace que los valores morales
se vayan deteriorando, o vayan desapareciendo poco a poco.
Los
valores son ideales y creencias sobre lo que es bueno y determinan nuestra
manera de ser al influir en nuestras ideas, nuestras emociones y nuestra
conducta.
Cada uno
de nosotros le damos más importancia a unos valores que a otros, y de esta
forma construimos nuestra escala personal de valores; estos forman parten de
nuestra personalidad, influyen en nuestras decisiones y fortalecen nuestro
sentido del deber, consideramos y sentimos que hacemos algo incorrecto cuando actuamos
en contra de ellos.
Aprendemos
los valores desde la infancia, principalmente en la familia y la escuela, y
cada uno de nosotros les asignamos un significado propio de acuerdo a nuestra
experiencia. La importancia que les damos se va modificando con los años,
dependiendo de nuestras necesidades e intereses y esto transforma nuestra
escala personal de valores.
Hace poco
leí en una revista de negocios que la mayoría de las Universidades en México, a
partir de los años 80’s, dejaron de incluir materias de tipo humanista,
especialmente aquellas que refuerzan los valores individuales como la lealtad, la ética y la tolerancia y se
enfocaron en transmitir los conocimientos
necesarios para cumplir labores técnicas en el trabajo, y habilidades en el
manejo de tecnologías de la información, y esto se ve reflejado tanto en la
sociedad como en el mercado laboral con una pérdida progresiva de valores; además,
si a esto, agregamos la cantidad de videojuegos, programas de televisión y películas que se
exhiben, en donde se resalta que el robo, la violencia, el engaño, la
homosexualidad, el fraude, la prostitución, la búsqueda de dinero a cualquier
precio, la irresponsabilidad, y la falta de lealtad son aspectos “normales” de
la vida actual y en algunos casos, inclusive dignos de admiración; imaginen la
situación a la que nos enfrentamos. En las empresas esto se traduce en una
menor lealtad, robo hormiga, altos índices de rotación, fraudes, ausentismo,
robo de información y de clientes; en la sociedad se ve reflejado también en el
incremento en los índices de accidentes y criminalidad, en la búsqueda del
beneficio personal sin tomar en cuenta los intereses de los demás; tenemos otros
ejemplos, como la búsqueda de mayores utilidades en las empresas a costa los
bajos sueldos de sus empleados, o de perjudicar a las empresas de su
competencia, o incluso crear adicciones entre sus clientes, usuarios o
consumidores.
Si solo nos enfocamos en desarrollar habilidades
como la disciplina, el logro de resultados y un alto desempeño, tendremos
algunas ventajas sobre la mayoría, estos son aspectos útiles, pero para lograr
el verdadero desarrollo y un crecimiento personal sostenido, nos debemos enfocar
en los aspectos que, con base en buenos valores, refuercen nuestro carácter,
que lleguen a formar parte de nuestra personalidad.
Cuando se
hacen encuestas a los hombres de negocios, líderes políticos o religiosos, y se
les pregunta qué cualidad creen que es la más importante para su éxito como
líderes, la mayoría de las respuestas son: integridad y valores.
Las
personas con buenos valores e integridad no dicen una cosa y hacen otra
totalmente diferente, pues eso sería fingir, sería hipocresía; y aún si usáramos las mejores
técnicas y procedimientos de influencia para lograr que otras personas hagan lo
que queremos, que trabajen mejor, que se sientan motivadas, que tengan aprecio
por nosotros y que formen un buen equipo y se caigan bien entre ellos, mientras
nuestro carácter sea influenciado por la hipocresía y la falta de valores, entonces,
a largo plazo no podremos conseguir el éxito. Nuestros actos, contrarios a
nuestras palabras, originarán desconfianza, y todo lo que hagamos, aun usando
las llamadas técnicas de liderazgo e influencia, sonará falso, será visto como
una simple manipulación.
Las
personas íntegras viven sus valores y lo que piensan, siempre podemos confiar
en ellas y nos sirven de ejemplo a la mayoría de nosotros ya que actúan de
manera coherente con sus valores personales, los cuales generalmente son
compartidos por su comunidad, tratan de hacer siempre lo correcto; esto no
quiere decir que no busquen beneficiarse de lo que hacen, pero en sus actos
siempre evitan afectar los intereses de otras personas. En algún momento de su
vida decidieron que su actitud y su forma de ser era lo más importante y, en
línea con sus valores, actúan de manera congruente con su forma de pensar y de
expresarse en su familia, escuela o trabajo, nunca piden más de lo que ellos
mismos están dispuestos a dar y son una motivación constante para el desarrollo
personal de quienes los rodean
Si pudiéramos elegir nuestra forma de pensar, de
hablar y comportarnos, ¿cómo nos gustaría ser?
Hagamos
una pequeña lista con las cualidades personales que nos gustaría poseer, solo
actitudes y no aspectos físicos; estoy casi seguro que entre ellas estarían
algunas como, la independencia, el respeto, la
libertad, la honradez, la justicia, la lealtad, la tolerancia, la puntualidad,
la salud, el trabajo, el ejercicio, la previsión, el aprendizaje, la
confiabilidad, la disciplina, la fuerza de voluntad, la verdad, la actitud positiva,
la fidelidad, la bondad, autodominio, fortaleza, la generosidad, la gratitud,
la paciencia, la responsabilidad, etc. Una vez terminada, esta sería nuestra
lista de valores, aquello que sabemos que es bueno y que nos gustaría poseer.
Deberíamos
tener esta lista siempre a la vista, revisarla constantemente para ver si
nuestra escala de valores ha cambiado, si estamos siendo congruentes con los
mismos.
En caso
de que quisiéramos adquirir algún valor nuevo o reforzar los que ya tenemos,
siempre podemos utilizar el método de visualización mental, que vimos en las
publicaciones anteriores, grabar cada uno de ellos en nuestra mente, y hacer
todo lo posible por ser fiel a estos valores, esto se expresará diariamente a
través de nuestros pensamientos de nuestras palabras y nuestros actos.
Siempre
es mejor dar mayor peso a los valores que ayuda a fortalecer nuestro carácter y
personalidad y no confundir valores con habilidades; los primeros afectan
directamente la forma en que nos comportamos y las habilidades nos proporcionan
ventajas técnicas.
Entre los
valores que afectan nuestra personalidad están, el interés por los demás, la fuerza
de voluntad, la disciplina, el compromiso, el respeto, la independencia, la libertad,
la honradez, la justicia, la lealtad, la fidelidad, la tolerancia, la verdad,
etc.
Entre las
habilidades que nos proporcionan ventajas sobre la mayoría de la gente tenemos
a la lectura rápida, la memorización, la visualización, los métodos de
comunicación efectiva, la concentración, etc.
¡Vamos a adoptar buenos valores, y a
ser congruentes con ellos en nuestros pensamientos, nuestras palabras y
nuestros actos!
Me imagino como sería yo, si tengo
buenos valores y además pienso, hablo y actúo con base en ellos.
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