La importancia
de tener una visión para la vida
Recordemos la última vez que nos
fuimos de viaje; es asombroso cuanto tiempo invertimos en planificar unas
vacaciones si lo comparamos con lo poco que planificamos un viaje de mucha
mayor importancia y duración, nuestras propias vidas; tal vez es porque muchos
no creemos tener la posibilidad de modificar nuestro destino, tal vez pensamos
que todo ya está predeterminado y que hagamos lo que hagamos nada se va a modificar,
y por lo tanto no tratamos de cambiarlo, nos conformamos con lo que va
apareciendo en nuestra vida; otros simplemente no tenemos, o no sabemos cómo
adquirir o construir una visión propia para la vida, no vamos más allá de unas
vagas ideas de bienestar general y comodidades que, como todo ser humano, deseamos
tener, y solo vamos reaccionando ante lo que nos llega en el día a día; si acaso
nuestra planeación se limita a las siguientes semanas o meses. Sin embargo, para
conseguir algo, para tener éxito en cualquier actividad, hay que ir más allá, hay
que pensar en el largo plazo; hay que utilizar en ello todos nuestros recursos;
hay que hacer un esfuerzo consciente para determinar un rumbo específico, un
destino hacia el cual dirigirnos; definir qué es lo más importante, que queremos en la vida y la manera en
que vamos a lograrlo.
Sin tener antes una visión es imposible preveer aquello que necesitamos para lograrla. Si no tenemos claro el destino al que deseamos llegar en la vida tampoco podremos determinar que habilidades, conocimientos, tiempo o dinero debemos adquirir e invertir en tratar de llegar a él; y de esta forma podemos llegar a los 40, 50, o 60 años con una sensación de que algo hizo falta en nuestra vida, que algo no se llevó a cabo; de que pudimos haber logrado mucho más y perdimos la oportunidad; de que nos vendimos por unos centavos pudiendo haber pedido a la vida mucho más.
Tener una visión para la vida y fijar metas y objetivos para alcanzarla se puede comparar con la elección que hacemos de un destino para las vacaciones y los planes necesarios para llegar allí. El problema es que la mayoría de nosotros pasamos más tiempo planificando cosas sin importancia que el que le dedicamos a planear nuestras vidas; la reunión con nuestros amigos de la siguiente semana, una salida al centro comercial, adquirir algún nuevo videojuego o teléfono inteligente y otras semejantes; el problema no son el tipo de actividades que realizamos, el problema es que al no estar relacionadas con las metas y objetivos de nuestra visión de vida, podemos estar desperdiciando una cantidad importante de recursos en ellas. Y así vamos por la vida, preocupándonos solamente por cubrir nuestras necesidades básicas, o por cosas que, al no tener un rumbo fijo, no nos conducen a nada, y sin embargo, seguimos esperando que algún día las cosas cambien, ¿pero cómo van a cambiar si no sabemos a dónde ir?
Al igual que en las vacaciones, donde
la elección del destino es lo más importante para la planificación del viaje; en
la vida, lo más importante es saber hacia dónde dirigirnos; tener una visión
para la vida. Hay
que tener una imagen lo más clara posible de lo que queremos lograr en el
futuro.
Algo que ignoramos muy seguido en la carrera del día a día es que nuestro principal activo no son los bienes que poseemos o el capital que tenemos invertido, sino nuestro tiempo. Mientras nos esforzamos en cumplir con nuestras actividades diarias, con todo aquello que no está conectado con las metas y objetivos de una visión de vida, el tiempo pasa y no se detiene por nada ni por nadie. ¿No sería de mucho mayor provecho si enfocamos todos estos esfuerzos en seguir un rumbo preestablecido?..., ¡Claro que sí!
Vamos a evaluar por un momento la
opción de seguir en la vida sin tener claridad sobre a dónde queremos llegar y
por lo tanto, sin las metas y objetivos necesarios para alcanzar nuestra visión
y hagamos la siguiente pregunta:
¿Cómo será nuestra vida dentro de 5,
10 o 20 años más?
Cada uno de nosotros somos responsables
por las elecciones que hacemos en la vida y uno de los remordimientos más grandes que
podemos tener en el futuro no es por lo que hicimos mal, sino por todo aquello que
no hicimos. Por eso hay que elegir lo mejor posible y dedicarnos
conscientemente a elaborar un plan de metas y objetivos para alcanzar la visión
que tenemos en nuestro corazón y en nuestra mente, para lograr aquello que más
deseamos.
¿Cómo podemos adquirir una visión para nuestra vida?
Tomemos un tiempo para pensar y meditar con cuidado
acerca de lo que más deseamos en la vida, para esto hagamos las siguientes
preguntas:
-¿Qué es lo más importante para mí?
-¿Qué propósito tiene lo que estoy haciendo?
-¿Qué estoy
dispuesto a sacrificar para que esto suceda?
Si logramos contestar sinceramente estas 3 preguntas vamos a tener la
claridad suficiente para planear nuestro futuro y esto, junto con las metas y objetivos
para lograrlo, nos va a dar las energías necesarias para levantarnos diariamente
y continuar trabajando hasta alcanzar cada una de esas metas y alcanzar nuestra
visión de vida.
La vida tiene mucho que ofrecer, ¿porqué
conformarnos solo con mirar como otros logran lo que se proponen, porque no tomar
la parte que nos corresponde de éxito y felicidad de la misma manera en que lo
hacen ellos?, pensemos en grande y no nos dejemos limitar por nuestra situación
actual, ni por opiniones de amigos, parejas o familia; no nos quedemos solo con
las ideas de lo que consideramos posible alcanzar; no permitamos que nadie nos
arrebate nuestros sueños.
Trabajemos en adquirir una visión
de la vida que sea emocionante para nosotros y que valga la pena seguir, sin importar
los obstáculos que encontremos. A medida que caminamos en una vida con
propósito y visión, nuestra mente se abre y ya no va a encontrar las cosas tan difíciles
de lograr.
Una vez que tengamos una visión de
lo que deseamos lograr para el futuro, vamos a cuantificarla y a ponerle fecha;
por ejemplo, no basta con querer alcanzar la independencia financiera, tenemos
que ponerle cifras y un límite en el tiempo; la libertad financiera para
algunos es vivir sin deudas, para otros es ganar $ 1,500,000 de pesos al año y
otros piensan que tener 30 millones de dólares ahorrados e invertidos apenas es
suficiente.
Una vez que establecimos nuestra
visión vamos a fijar metas de corto, mediano y largo plazo donde establezcamos cifras
y fechas de cumplimiento; esto nos permitirá evaluar nuestros progresos en el camino
hacia el logro de nuestra visión; recordemos que una meta solo es un sueño con
una fecha tope y que depende principalmente de nosotros mismos que se realice o
no.
Vamos a obligarnos a salir de nuestra
zona de comodidad; a la mayoría no nos gustan los cambios por naturaleza; sin
embargo, siempre aprenderemos más y desarrollaremos nuestras habilidades y nuestra
capacidad de superación cuando enfrentemos situaciones desconocidas que demanden
esfuerzos adicionales. Sin batalla no hay victoria, sin lectura y meditación no
hay aprendizaje, y sin trabajo no hay recompensa… ¿simple no?
Es probable que, mientras leemos
esto, algo se despierte en nuestro interior; que tome fuerza en nosotros el
deseo de cambiar las cosas, de lograr más y de vivir con un propósito; vamos a escuchar
con cuidado nuestra voz interior, no ignoremos estos sentimientos; vamos a
iniciar acciones hoy, el tiempo está en marcha y avanza sin detenerse; ¡la vida no es
eterna, vamos; a movernos...!
Publicación relacionada:
http://rbb-desarrollo.blogspot.com/2013/07/proposito-o-vision-de-vida.html
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